Por Gisele Ferreyra
Las leyes indican que
las celdas de los penales deben ser unicelulares, pero esto no siempre se
cumple. Las cárceles provinciales están superpobladas y los detenidos viven
hasta de a tres en algunos pabellones. El personal penitenciario sólo cubre el
1% de los detenidos en cada penal.
Dentro de los grandes
muros de piedra existe una realidad que no todos pueden ver. Una realidad
paralela, pero oculta. Una panadería, una verdulería, una carnicería, una
escuela, sanidad, cancha de deportes y talleres de trabajo. Pero hay una
diferencia en este “barrio privado”: las casas son pabellones, con celdas
abarrotadas y candados que se cierran y abren según disposición del personal de
vigilancia.
Cada celda tiene
contacto con el exterior a través de una pequeña ventana con barrotes de
hierro. Pero esta seguridad suele ser corrompida por quienes, con fierros y
sierras obtenidas en los talleres, logran quebrar los barrotes, y escapar, pero
llegan sólo al patio. Las camas cuchetas predominan, y las paredes color gris
cemento son el lienzo preferido para dibujar o escribir alguna que otra frase.
La puerta tiene una pequeña ranura que funciona de pasa platos y por donde, a
veces, los habitantes se comunican con el personal, no siempre del mejor modo.
Ahora bien, no todos
los pabellones están compuestos por celdas unicelulares como está establecido
legalmente. La creciente población hace que las edificaciones no sean lo
suficientemente grandes para contenerla. Los pabellones son rectangulares y
miden 35 por siete u ocho metros de ancho. A ambos lados tienen entre 10 y 11
celdas.
Cada pabellón está
diferenciado por origen y características de cada interno. Existen los
pabellones de “población común”, los pabellones “chacalotes” y los pabellones
“Iglesia”.
En los de población
común viven los “chorros”.
-Vos no podés regalar y
mandar un violín ahí. Cuenta un oficial.
También viven aquellos
internos que trabajan y estudian. Aquellos que ganan día a día en conducta.
Los pabellones
denominados “chacalotes” están habitados por presos que, según los oficiales
“viven chacaleando, peleando como un chacal”.
-Estos no salen a
trabajar, pero los tenés que dejar a los chabones ir a manguear a la panadería.
No salen a ningún lado, los chabones tampoco quieren, quieren traer visitas,
entrar la droga y fue. Mucha cumbia, mucho quilombo. Les gusta. El chabón es
vago, tiene resentimiento con trabajar, afirmó el oficial.
Los pabellones
“Iglesia” están “tomados” por los
evangelistas, quienes representan la mitad de la población total. Se
autocontrolan y la conducta de los presos es ejemplar. Estos internos pasan sus
días trabajando, estudiando y realizando cultos y reuniones religiosos en dónde
participa gente externa al penal.
-Si viene el cabecilla
y por ahí está descontento o algo, se te van a parar de manos, pero si no les
rompen las pelotas, su conducta es intachable.
Ahora bien, en cada
pabellón hay un “limpieza”. Esto es, un preso con antigüedad y que fue elegido
por el Jefe del Penal para controlar su propio pabellón. Este elegido recibirá
beneficios por esta tarea.
-Los chabones negocian
en una audiencia personal con el Jefe de Penal en la oficina. Así atiende a los
“limpieza”. –dice el Oficial- Los chabones le cuentan todo, y se les dan
tarjetas de teléfono, visitas 3 veces a la semana con una mina diferente. Es un
chabón que tiene un par de añitos en cana, que va a tener que vivir de algo,
entonces va al pabellón y aplica mafia. Porque el chabón se la banca, aparte
tiene un par que lo siguen. Su “rancho”.
Pero en las Unidades
penitenciarias existe un pabellón de separación del área de convivencia, en
donde deben cumplirse obligadamente las leyes. Estos pabellones están
destinados a los internos conflictivos para el resto de la población
carcelaria, o que están sancionados por algún motivo por el Director del Penal.
También en estas celdas unicelulares encontramos a aquellos que tienen una
medida impuesta por la familia a través del Juzgado. Sólo en estos casos los
presos viven solos.
Fuera de los pabellones
al transitar las cuadras intramuros se encuentran los talleres y el colegio. A
éstos asisten sólo los internos que pretenden ganar conducta para que los
informes del penal sean positivos y tengan la posibilidad de ver reducida su
condena. Trabajan, aprenden oficios, van
a la escuela interna y hay hasta quienes estudian en las facultades. La escuela tiene todas las características de
una escuela extramuros.
Existe una cocina que
se abastece con la verdulería, la panadería y la carnicería del penal. Hay dos
horarios fijos para comer: el almuerzo a las 11hs de la mañana y la cena a las
16 hs. Esto genera que los presos busquen alimento por sus propios medios. Esto
es, a través de visitas, o directamente “manguean” o “chorean” en los negocios
intramuros que no están destinados a la venta.
Cerca de la entrada
principal se encuentran los locutorios de visita. En este espacio están
dispuestas una serie de mesas y sillas para que el interno reciba su respectiva
visita. Suele verse “carpas” que los
presos arman con mantas para tener encuentros sexuales.
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Descripción de una Unidad Penitenciaria de La Plata realizada por un Oficial. |
Sobre los altos muros
se ven las garitas de la guardia de seguridad exterior. Los empleados son los
mismos que están adentro, que salieron porque tuvieron algún problema en el
penal. Son los llamados “cachivaches”, los que faltan. Estos vigilantes cumplen
horas en esta garita que está en la terraza del penal. Cumplen 24 horas
corridas y no bajan ni al baño.
-Cagan en una bolsa y
están todo el día con internet. Pero ahí tenés una ametralladora, una escopeta,
una pistola. Pero los chabones no son muy conscientes con las armas.
La cantidad de personal
penitenciario representa sólo 1% del total de internos. La fuerza física y la
voluntad que un humano puede depositar en su labor no son suficientes. Las
cárceles son de gran extensión edilicia. Todo esto genera, no sólo poco
control, sino una imposibilidad de llevar adelante el tratamiento que el
Servicio Penitenciario debe ejercer sobre cada interno.