viernes, 22 de noviembre de 2013

Perla es una joya


Por Federico Artigau

Es madre de tres mujeres y un varón, abuela de siete nietos, hermana, hija, psicóloga y empleada pública, pero sobre todas las cosas, es una militante de la vida.



En los ´70 Perla Diez, como tantos otros de esa generación que intentaba cambiar el mundo, militaba políticamente en la Universidad de La Plata. Un día como cualquiera fue detenida y encarcelada en la ciudad de Mar del Plata. Ese día, la perla del Atlántico no fue tan feliz.

Liberando derechos


Por Federico Pujol

Mercedes Nieto trabaja en la Secretaria de Derechos Humanos de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de La Plata. Es una de las encargadas de garantizar que las personas privadas de su libertad puedan cursar una carrera de grado sin ser estigmatizados.



-¿Cuándo comenzaron los presos a estudiar en la Facultad de Periodismo?

-En el 2007 abrió la inscripción para los privados de la libertad y como cualquier estudiante, para anotarse, tienen que traer fotocopia del documento y título del secundario.

Arte por la inclusión

Por Gisele Ferreyra

Presos de unidades penitenciarias de Campana fueron los espectadores de la representación que los actores Emilio Bonardi y Guillermo Aragones hicieron de cuentos del escritor Roberto Fontanarrosa.

                           

El pasado viernes 25 de octubre los actores Emilio Bonardi y Guillermo Aragones, interpretaron textos de Roberto Fontanarrosa en cárceles de la localidad de Campana, provincia de Buenos Aires. Lo hicieron por la mañana en la Unidad Penitenciaria N° 21 y durante las últimas horas de la tarde en la Unidad Penitenciaria N° 41.

La visita


Por Federico Artigau

Es el momento más esperado de la semana por los presos y por sus familiares y amigos. Todo empieza cerca de las 10 de la noche del día anterior, cuando la visita comienza a hacer la cola en el exterior del penal para poder conseguir los mejores lugares y entrar más rápido. Es una larga procesión hasta el momento del reencuentro.



viernes, 15 de noviembre de 2013

Destino: fuga

Por Federico Pujol es

Era un martes común y tranquilo en la remisería que se ubica a 50 metros del Penal de Olmos. Pero como todos los días de visita en la cárcel, hubo mucha demanda de autos.



Por seguridad, la remisería lleva un registro donde anota el documento y nombres de la persona que solicitó el auto.

Un síntoma social

Por Gisele Ferreyra

Mirtha Dora Viamonte es Directora de la Escuela de Psicología Social de La Plata. Colaboró con el programa especial para presos sociales en la Liga Argentina por los Derechos de Hombre (L.A.D.H.) dentro del Servicio Penitenciario Nacional entre los años 1996 y 1999. Organizó el Seminario de derechos humanos y violencia social en el Centro Universitario Devoto con la titularidad de Eduardo Barcesat en la Unidad Penitenciaria N°2. Allí brindó asistencia psicosocial a familiares de personas detenidas, coordinó Grupos de Trabajo con personas de la Tercera Edad  privadas de su libertad, Talleres Terapéuticos en la Unidad Penitenciaria N° 20 Hospital José T. Borda y Grupos en Seminarios de prevención de H.I.V.



Ella está convencida que la sociedad produce los síntomas: la pobreza y los delincuentes, para luego castigar  y encerrar a quienes los portan. Sostiene que esta realidad puede mejorar si todos y cada uno contribuyen con su grano de arena. Mirtha, desde una mirada social intenta provocar un cambio.

Dos presos se fugaron en un remis

Por Federico Artigau

Dos internos de la Unidad N° 26 de Olmos se escaparon el pasado miércoles 6 de noviembre tomándose un remis.




El miércoles pasado, durante el horario de visita, se fugaron dos presos de la Unidad N° 26 de Olmos. Se sospecha que habrían saltado el alambrado perimetral de tres metros de altura cerca de las 9:45 horas.

Remis en fuga

Por Federico Pujol

Víctor Morel es remisero y el miércoles 5 de noviembre tuvo la peor mañana de su vida. Fue obligado a llevar a dos detenidos que se fugaban del penal de Olmos y a su cómplice hasta Florencio Varela.



Víctor es un hombre de estatura media baja y poco pelo recubre su cabeza. No quiere que su cara sea vista, tiene miedo. La mañana del 5 de noviembre no la pasó bien: tuvo que manejar hasta Florencio Varela desde Olmos para ayudar a escapar a Hugo Darío Olmos Echaniz y a Pablo Llorente Ferreyra, ambos detenidos en el penal que  queda solamente a 100 metros de su lugar de trabajo. 

viernes, 8 de noviembre de 2013

De exilios y cárceles

Por Gisele Ferreyra

María Laura Delgadillo soñaba ser cantante cuando era una niña. Hoy, después de una vida marcada por el dolor es profesora de canto y preparadora vocal de coros. Hija de un represor y sobrina de una partera desaparecida, sufrió amenazas e intimidaciones durante la última dictadura. 20 años formó parte de una congregación de Testigos de Jehová. Para ella se trató de un exilio, era muy joven para irse del país. Decidió “guardarse” allí. En este contexto, durante  la década del 90, asistió 2 años a la Unidad N° 8 de mujeres de Los Hornos como misionera, a brindar apoyo moral y ayuda material a las detenidas. Trabajó en la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Plata. Se define como una “troska” hasta que en el 2003 conoció a Néstor Kirchner. Hoy, lejos de cualquier religión, está separada, tiene una hija de 31 años y una gran historia por contar.



-¿A qué te dedicas?

-Soy un bicho extraño.  En este momento soy empleada pública, administrativa, trabajo en la Comisión de Investigaciones Científicas. Y soy profesora de canto y preparadora vocal de grupos de coros.

-¿Cuándo trabajaste en la cárcel de mujeres?

-Durante la década del 90. Conozco a la cárcel desde un ángulo muy particular y bastante poco frecuente. Yo entré cuando era Testigo de Jehová. No soy más parte de la congregación, esa etapa para mí fue el exilio. Yo era menor, tenía 17 años y no me podía ir del país. Estábamos amenazados. Y una manera de mandarme a guardar para sobrevivir fue eso. Los Testigos son una secta muy cerrada, muy contenedora en la que te muestran que la vida es linda, se habla del paraíso y ahí todos éramos hermanos y buenos. Me vendieron pajaritos de colores, y yo decidí comprar esa ilusión.

Fachada penitenciaria

Por Gisele Ferreyra

La Unidad N° 9 comprende 4 manzanas de la Ciudad y tiene una serie de particularidades que no saltan a primera vista. 



Los muros de la Unidad N° 9 pueden verse hasta a dos cuadras de distancia. Esta cara fría se ve con claridad en dos laterales del perímetro. En los otros dos, el penal nos regala una fachada más amable.
Sobre uno de los laterales está la entrada principal de la Unidad. La fachada es un gran rectángulo de unos 100 metros de largo por unos 30 de alto.

El pabellón donde fallecieron los 33 detenidos de Magdalena sigue cerrado

Federico Pujol

El titular de la Comisión por la Memoria, Hugo Cañón, advirtió que el pabellón 16 que en 2005 fue escenario de la masacre de Magdalena, sigue cerrado.





La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) denunció el pasado martes 29 de octubre que a 8 años de la muerte de 33 presos en la cárcel de Magdalena, el pabellón permanece "cerrado" y que la unidad penal sigue siendo "un aparato de triturar carne humana". 

El tallerista

Por Federico Artigau

A simple vista parece un rockero, con su pelo largo, jeans, un pucho en la mano y su moto.  Carlos es un hombre comprometido con la causa de la inclusión social de los presos psiquiátricos.




Carlos tiene 56 años, bigotes y pelo largo canoso que lo luce con una cola de caballo. Es psicólogo social y Operador Socioterapéutico en drogadicción. Junto al equipo de la Universidad Popular de Enseñanza coordina diferentes talleres en las cárceles neuropsiquiatrías. Combinando su profesión y vocación con el afán de cambiar las realidades de estos presos tan particulares o como a él le gusta llamarlos “talleristas”, es 
que realiza estos trabajos hace muchos años. 

viernes, 1 de noviembre de 2013

Urnas tras las rejas

Por Gisele Ferreyra

Las elecciones legislativas celebradas el domingo también tuvieron su espacio en las cárceles de la provincia de Buenos Aires. Unos 10.000 detenidos fueron habilitados para votar.


El Mercado

Por Federico Artigau

En el Mercado regional de frutas y verduras de La Plata encuentran trabajo muchas personas que recuperan su libertad. Es muy agotadora la tarea que se realiza, pero muchas veces es la única opción que tienen de insertarse en el mercado laboral.



El predio del Mercado está ubicado en la calle 520 entre 115 y 117. Allí centenares de personas trabajan todos los días. Inmigrantes, productores, vendedores ambulantes y ex presos.

Se presentó el Manual de Monitoreo en lugares de encierro

Por Federico Artigau

La presentación estuvo a cargo de la Comisión Provincial por la Memoria y se desarrolló el 29 de octubre en el Pasaje Dardo Rocha, siendo los oradores Hugo Omar Cañón, copresidente de dicha comisión, Abel Córdoba, fiscal titular de la PROCUVIN  (Procuraduría contra la Violencia Institucional de la Procuración General de la Nación), Roberto Félix Cipriano, miembro de la PROCUVIN y ex director general de Promoción y Protección de Derechos de la CPM y Alcira Daroqui, directora de carrera de Sociología de la UBA y coordinadora del GESPYDH (Grupo de Estudios del Sistema Penal y Derechos Humanos del Gino Germani de la UBA).  Alicia Romero, Directora del Programa Inspecciones, moderó dicha presentación.




El Manual de monitoreo fue creado por el Comité contra la Tortura de la Comisión Provincial por la Memoria que interviene en los casos abuso policial, violencia institucional y, sobre todo, la violación masiva de derechos en prisiones de la provincia de Buenos Aires.

Buscando vida

Por Federico Pujol

Él salió en libertad hace 4 meses, mientras busca trabajo sale a robar para comer.




Tiene 31 años, es bajo y delgado. Tiene un tatuaje en el brazo: el nombre de su madre. En el 2007 salió a delinquir por primera vez luego de ser despedido de su trabajo. Dos años después fue detenido por la policía cuando conducía un auto robado. Fue condenado a 4 años de prisión.

viernes, 25 de octubre de 2013

Desde adentro

Por Gisele Ferreyra

Es oficial penitenciario y trabaja hace dos años en una Unidad ubicada en La Plata. Se define como un “loquito” y buena persona. Aprendió a relacionarse con los internos del penal y conoce mucho sobre la realidad carcelaria: superpoblación, negocios, droga y alcohol. Afirma que no se cumple la función de tratamiento con los presos. Pidió no dar a conocer su identidad.





El joven oficial es robusto y de gran estatura. Llega a su casa agobiado luego del día de visitas en la Unidad dónde trabaja. Como todos los sábados termina sobrecargado de tareas. En la casa que está construyendo lo espera su familia: una mujer y una hija de un año. Sus grandes manos levantan al cachorro que intenta escaparse. Cree que hace falta domesticarlo, pero no tiene tiempo para hacerlo. Pasa dos días enteros vigilando presos en el penal y uno en su sofá leyendo el diario o mirando televisión para distraerse y poder olvidar, aunque sea por un momento, aquella realidad carcelaria.

Cárceles bonaerenses


Por Federico Artigau

La Comisión Provincial por la Memoria entregó el informe anual que denuncia la práctica sistemática de la tortura, la sobrepoblación y condiciones inhumanas de detención.




Según el informe anual 2012 de la Comisión Provincial por la Memoria la situación carcelaria bonaerense es muy grave. Mas del 90% de los detenidos en los penales son de clases bajas, el fenómeno está asociado a un paradigma punitivo clasista y reproductor de la desigualdad social. La sobrepoblación es uno de los problemas principales. Mientras la estructura penitenciaria tiene capacidad para 18.640, en la actualidad alberga unas 28.000 personas privadas de su libertad. A este problema se suman la violencia institucional y las paupérrimas condiciones edilicias que generan un régimen de vida destinado a provocar el sufrimiento e inhabilitación de la persona y no su rehabilitación.

Difícil trabajar

Por Federico Pujol

No quiere perder el trabajo que tanto le costó conseguir, está nervioso y con miedo. Cinco años en prisión le hicieron pensar en el futuro. Por cuestiones de seguridad laboral pidió que su identidad sea reservada.



-Tengo 28 años y estuve detenido cinco, comienza la conversación que pidió que no se extienda por más diez minutos, él tiene que volver al trabajo.

Ayudando a crecer

Por Federico Pujol

Susana “Pocha” Camiña fundó el Centro Integrador “Por un futuro mejor” en 82 entre 21 y 22. Lo pensó para que su hijo se sienta contenido y acompañado al salir en libertad. Nunca imaginó que iba a ayudar a otras  personas que estuvieron en la misma situación  y muchas más que día a día asisten al centro.



La casa de "Pocha" y el Centro Integrador por un Futuro Mejor son una misma cosa, están apenas divididos por una abertura sin puerta. Desnivelada del resto de la casa, está la sala de estudio con sus paredes pintadas de color rosa. En esas paredes cuelgan mapas, cuadros y la biblioteca del centro que fue inaugurado el 25 de mayo de 2005.

jueves, 17 de octubre de 2013

Un preso más

Por Gisele Ferreyra 

Él es oficial egresado del Instituto Superior del Servicio Penitenciario Bonaerense de La Plata y trabaja hace 3 años dentro de una Unidad. No sabía cómo era la realidad carcelaria hasta que empezó a realizar pasantías. Hoy asegura que lo que se vive dentro del penal es una locura. Por cuestiones de seguridad pidió no dar a conocer su identidad.





El oficial abre las puertas de su humilde casa con un termo debajo del brazo y un mate recién preparado. Se dirige al comedor. Se sienta y afirma la bombilla en la yerba quemada por el agua hervida. Está nervioso como si fuera a rendir un examen. Es un gran observador. En silencio no deja de seguir los movimientos que hago al acomodar mi libreta.

Fuegos de octubre

Por Federico Artigau

El pabellón 16 de la Unidad N° 28 de Magdalena fue escenario de una tragedia que 8 años después sigue buscando justicia.



Paredes grises, tristes y oscuras; ventanas con barrotes y una puerta enrejada dan forma al pabellón 16 de la unidad penitenciaria 28 de Magdalena. Testigo de un Día de la Madre que nació mal parido, amaneció entre llantos, gritos y rezos de la visita. La ilusión rápidamente se convirtió en desesperación e incertidumbre.

Una tragedia anunciada

Por Federico Pujol

Rodrigo Pomares, es abogado y Director del programa de Seguridad y Justicia de la Comisión Provincial por la Memoria, la cual lucha por los derechos humanos y contra la tortura y la brutalidad policíaca. Se encarga de verificar las condiciones en la que viven los detenidos en los penales de la Provincia de Buenos Aires. Además es querellante de la causa por la masacre en el penal de Magdalena ocurrida el 16 de octubre de 2005.



Masacre en el Penal de Magdalena: 8 años después

Por Gisele Ferreyra

El 16 de octubre se cumplieron ocho años del incendio en el que murieron 33 personas privadas de su libertad en el Penal N° 28 de Magdalena. Estas muertes no se produjeron por accidente, sino por la acción u omisión de funcionarios penitenciarios.




Poco después de la medianoche  del 16 de octubre de 2005, en el Penal N° 28 de Magdalena se desencadenó un incendio que produjo la muerte de 33 de los 58 internos del pabellón 16. El personal del Servicio Penitenciario nunca abrió las puertas y los detenidos murieron asfixiados.

viernes, 11 de octubre de 2013

Carloncho: Corazón de hierro

Por Martina Richards

Carlos Barrese, “Carloncho”, es conocido por ser el dueño de las famosas pizzerías que llevan su nombre en La Plata. Sin embargo, detrás de este hombre de 70 años hay una gran historia. Pasó los primeros 30 años de su vida en orfanatos y cárceles, dónde aprendió a escribir. Al obtener su libertad viajó a Estados Unidos dónde vivió 10 años, antes de volver a la ciudad con el oficio de maestro pizzero. Hoy trabaja para crear una fundación que ayude a los ex presidiarios a reinsertarse y poder volver a trabajar y recuperar una vida fuera de la cárcel. 



Amor enrejado

Por Federico Pujol

Un nuevo matrimonio igualitario se celebró el lunes pasado en la Unidad Penitenciaria N° 32 de Florencio Varela. Dos presos, consolidaron su vínculo en un acto presidido por la Doctora Fernanda Bruno del Registro Civil.




Marylin y Guillermo, contrajeron matrimonio el lunes pasado en la Unidad Penitenciaria N° 32 de Florencio Varela. En 
el marco de la Ley de Matrimonio Igualitario,  dieron el "Si" a las 13:40 horas cuando la Doctora Fernanda Bruno del Registro Civil dejó asentada la unión. Los testigos de la boda fueron dos compañeros de la pareja, Diego y Luis del pabellón 2 de la unidad que aloja 17 travestis y 5 gays. Quienes entregaron los anillos fueron los padrinos, la profesora de inglés, Sandra y Mariano, bibliotecario de la escuela del penal, donde Marylin trabaja. 

Marylin, ingresó al penal como Marcelo Hernán Bernasconi. Tiene 23 años y está condenada a cadena perpetua por el asesinato de su madre y hermano quienes no aceptaban su condición sexual. Guillermo Casero tiene 40 años, fue acusado de cometer 12 violaciones de las cuales se comprobaron ocho. Está condenado a 35 años de prisión.



El evento contó con la presencia de la Directora de Población Carcelaria, Cecilia Medina; el Jefe de Complejo Penitenciario Florencio Varela, Gustavo Gasparini; el Director de la Unidad 32, Fernando Oliva Paparoni; entre otras autoridades y personal penitenciario, de la comunidad educativa en contexto de encierro, integrantes de la ONG Rosas azules de Florencio Varela, internos, internas e invitados.

Las autoridades del penal permitieron que la ceremonia se realizara en el salón de usos múltiples, que fue decorado con cortinas y globos de colores violeta y blanco.



Marylin se vistió con un vestido negro que le regaló una ex compañera. "Los colores reflejan los sentimientos. El negro, la tristeza que se vive acá adentro, con el borde blanco para tener algo de novia y el chal verde porque me gusta el color esperanza", dijo. Guillermo se mostró nervioso cuando dijo: "Es la primera vez que vivo algo así". "Esperaba a mi mamá pero bueno, parece que no pudo venir", se lamentó.

Este fue uno de los primero casamientos igualitarios que se produce en un penal bonaerense. El primero se llevó a cabo el 26 de octubre del año pasado en la Unidad N°6 de Dolores, cuando Guillermo y Diego contrajeron matrimonio. 

Pocha, la madre de los presos

Por Federico Artigau

Susana “Pocha” Camiña, es una vecina de Altos de San Lorenzo que lucha día a día por los derechos humanos y la reinserción social de  ex  detenidos. Es reconocida como “la madre de los presos” por el amor, sencillez y solidaridad que transmite. Hoy está al frente de un centro integrador que funciona en su propia casa, donde chicos del barrio completan sus estudios y aprenden oficios.




Con una sonrisa dibujada en su cara, la misma que tiene todos los días, esa que no sólo forma parte de su rostro, sino que refleja su actitud ante la vida, Susana “Pocha” Camiña me recibió. Me abrió las puertas de su casa, de su querido Altos de San Lorenzo y las de su corazón. Con un abrazo de esos que hace tiempo no me dan, me hizo sentir en casa.

Su casa hoy es la de todos los pibes del barrio y en ella funciona un centro integrador, como a Pocha le gusta llamarlo. Se dicta un Plan Fines, donde chicos y grandes van a terminar sus estudios.

-Acá se enseña otra cosa, se enseña a pensar –dijo orgullosa-. Este es un ámbito dónde uno respeta el criterio del otro.

Clases de apoyo, talleres de títeres y de radio son otras de las actividades que tiene el centro. Una biblioteca popular, una huerta comunitaria y un horno de barro completan y dan forma al centro.

La historia de esta madre luchadora nos lleva a la década del 70, cuando llegó al barrio. En esos años empezó a militar en la agrupación peronista “Susana Lesgart” (una de las fusiladas en la Masacre de Trelew).

-Yo me hice peronista viniendo a la Unidad Básica y mirando Operación Masacre.  

Es madre de 7 hijos y abuela de 14 nietos, fue ama de casa, portera de escuela y hoy es trabajadora de la Secretaría de Derechos Humanos.

Uno de sus hijos fue apresado en el año 2000, cuando el país atravesaba una crisis institucional, económica y social. Fue a visitarlo a la cárcel, espero en la puerta del penal con el resto de la “visita” casi tres días.

-Nunca supe muy bien por qué tardaron tanto en abrir los portones.

En la puerta el guardia la “rebotó” porque el papel del documento en trámite no tenía foto. “Ahí se me vino el mundo abajo.” Las fotos salían 10 pesos. Metió su mano en el bolsillo y solo tenía 2,50. La tristeza y la desilusión la invadieron. Pero la mujer de otro preso tenía 7,50 pesos. Entre las dos, después de convencer a un fotógrafo, pudieron sacarse dos fotos cada una y entrar a visitar a sus familiares. “Todavía estaba llorando cuando me sacaron la foto”. Esa misma foto es la que hoy tiene en su documento.

Al entrar conoció otra realidad, una triste y llena de sombras. Al ver los grandes muros, sentir el frío, el olor a encierro, muerte y abandono del lugar, decidió hacer algo. Abrió un comedor, creo emprendimientos de panadería, pizzería, encuadernación y una huerta para darle oportunidades a su hijo cuando recuperara su libertad. Lo cierto es que el comedor y los emprendimientos ayudaron a unas 134 familias.


-Yo lo hice para darle un futuro a mi hijo y contención –aseguró Pocha-. Pero él no llegaba y muchos otros sí.

En el 2003, pasó a llamarse centro. Eso de comedor nunca le gustó. “Es lucrar con la necesidad”.

Pocha ayudó a pibes que estaban en Institutos de Menores y ex presos a reinsertarse en la sociedad. En ella encontraron el amor y la contención que sólo una madre sabe dar. En las cárceles la llaman “la Madre de los presos”.

Otro de sus hijos es oficial del Servicio Penitenciario, pero ella no quiere exponerlo, involucrándolo en su lucha. Por eso no desde la Secretaría de Derechos Humanos, visita penales para hacer relevamientos sobre la situación en las que se encuentran y ayuda a los presos gestionando traslados.

Los veranos los pasa con los pibes del barrio en el Balneario San Cayetano, en la Costa Atlántica. Consigue y gestiona el transporte, la comida y el hospedaje, para darles a los chicos la posibilidad de unas vacaciones.

-San Cayetano es mi lugar en el mundo, ahí soy feliz.

En 2009 murió Emilio, otro de sus hijos.

-A veces cuando estoy sola escucho los redondos, él era fanático del Indio.  De esta manera lo siente más cerca. “Si no hay amor, que no haya nada,” dice Solari en ese “Tesoro de los inocentes” que a Pocha la pinta de cuerpo entero.

A fines del año pasado le diagnosticaron cáncer. “Esa noche me dije, no me quiero morir, no quiero cerrar los ojos, todavía quedan cosas por hacer.” Hoy eso es parte del pasado, después de unas operaciones, la enfermedad está controlada.

Con los ojos húmedos, esos ojos que no juzgan y que con su ternura ablandan al más duro, pero con la sonrisa intacta dice: “Yo no soy nadie, no soy abogada, no soy nada. Soy Pocha.

La vida intramuros

Por Gisele Ferreyra

Las leyes indican que las celdas de los penales deben ser unicelulares, pero esto no siempre se cumple. Las cárceles provinciales están superpobladas y los detenidos viven hasta de a tres en algunos pabellones. El personal penitenciario sólo cubre el 1% de los detenidos en cada penal.

Dentro de los grandes muros de piedra existe una realidad que no todos pueden ver. Una realidad paralela, pero oculta. Una panadería, una verdulería, una carnicería, una escuela, sanidad, cancha de deportes y talleres de trabajo. Pero hay una diferencia en este “barrio privado”: las casas son pabellones, con celdas abarrotadas y candados que se cierran y abren según disposición del personal de vigilancia.

Cada celda tiene contacto con el exterior a través de una pequeña ventana con barrotes de hierro. Pero esta seguridad suele ser corrompida por quienes, con fierros y sierras obtenidas en los talleres, logran quebrar los barrotes, y escapar, pero llegan sólo al patio. Las camas cuchetas predominan, y las paredes color gris cemento son el lienzo preferido para dibujar o escribir alguna que otra frase. La puerta tiene una pequeña ranura que funciona de pasa platos y por donde, a veces, los habitantes se comunican con el personal, no siempre del mejor modo.


Ahora bien, no todos los pabellones están compuestos por celdas unicelulares como está establecido legalmente. La creciente población hace que las edificaciones no sean lo suficientemente grandes para contenerla. Los pabellones son rectangulares y miden 35 por siete u ocho metros de ancho. A ambos lados tienen entre 10 y 11 celdas.

Cada pabellón está diferenciado por origen y características de cada interno. Existen los pabellones de “población común”, los pabellones “chacalotes” y los pabellones “Iglesia”.

En los de población común viven los “chorros”.

-Vos no podés regalar y mandar un violín ahí. Cuenta un oficial.

También viven aquellos internos que trabajan y estudian. Aquellos que ganan día a día en conducta.

Los pabellones denominados “chacalotes” están habitados por presos que, según los oficiales “viven chacaleando, peleando como un chacal”.

-Estos no salen a trabajar, pero los tenés que dejar a los chabones ir a manguear a la panadería. No salen a ningún lado, los chabones tampoco quieren, quieren traer visitas, entrar la droga y fue. Mucha cumbia, mucho quilombo. Les gusta. El chabón es vago, tiene resentimiento con trabajar, afirmó el oficial.

Los pabellones “Iglesia”  están “tomados” por los evangelistas, quienes representan la mitad de la población total. Se autocontrolan y la conducta de los presos es ejemplar. Estos internos pasan sus días trabajando, estudiando y realizando cultos y reuniones religiosos en dónde participa gente externa al penal.

-Si viene el cabecilla y por ahí está descontento o algo, se te van a parar de manos, pero si no les rompen las pelotas, su conducta es intachable.

Ahora bien, en cada pabellón hay un “limpieza”. Esto es, un preso con antigüedad y que fue elegido por el Jefe del Penal para controlar su propio pabellón. Este elegido recibirá beneficios por esta tarea.

-Los chabones negocian en una audiencia personal con el Jefe de Penal en la oficina. Así atiende a los “limpieza”. –dice el Oficial- Los chabones le cuentan todo, y se les dan tarjetas de teléfono, visitas 3 veces a la semana con una mina diferente. Es un chabón que tiene un par de añitos en cana, que va a tener que vivir de algo, entonces va al pabellón y aplica mafia. Porque el chabón se la banca, aparte tiene un par que lo siguen. Su “rancho”.

Pero en las Unidades penitenciarias existe un pabellón de separación del área de convivencia, en donde deben cumplirse obligadamente las leyes. Estos pabellones están destinados a los internos conflictivos para el resto de la población carcelaria, o que están sancionados por algún motivo por el Director del Penal. 

También en estas celdas unicelulares encontramos a aquellos que tienen una medida impuesta por la familia a través del Juzgado. Sólo en estos casos los presos viven solos.

Fuera de los pabellones al transitar las cuadras intramuros se encuentran los talleres y el colegio. A éstos asisten sólo los internos que pretenden ganar conducta para que los informes del penal sean positivos y tengan la posibilidad de ver reducida su condena.  Trabajan, aprenden oficios, van a la escuela interna y hay hasta quienes estudian en las facultades.  La escuela tiene todas las características de una escuela extramuros.


Existe una cocina que se abastece con la verdulería, la panadería y la carnicería del penal. Hay dos horarios fijos para comer: el almuerzo a las 11hs de la mañana y la cena a las 16 hs. Esto genera que los presos busquen alimento por sus propios medios. Esto es, a través de visitas, o directamente “manguean” o “chorean” en los negocios intramuros que no están destinados a la venta.

Cerca de la entrada principal se encuentran los locutorios de visita. En este espacio están dispuestas una serie de mesas y sillas para que el interno reciba su respectiva visita.  Suele verse “carpas” que los presos arman con mantas para tener encuentros sexuales.

Descripción de una Unidad Penitenciaria de La Plata realizada por un Oficial.


Sobre los altos muros se ven las garitas de la guardia de seguridad exterior. Los empleados son los mismos que están adentro, que salieron porque tuvieron algún problema en el penal. Son los llamados “cachivaches”, los que faltan. Estos vigilantes cumplen horas en esta garita que está en la terraza del penal. Cumplen 24 horas corridas y no bajan ni al baño.

-Cagan en una bolsa y están todo el día con internet. Pero ahí tenés una ametralladora, una escopeta, una pistola. Pero los chabones no son muy conscientes con las armas.


La cantidad de personal penitenciario representa sólo 1% del total de internos. La fuerza física y la voluntad que un humano puede depositar en su labor no son suficientes. Las cárceles son de gran extensión edilicia. Todo esto genera, no sólo poco control, sino una imposibilidad de llevar adelante el tratamiento que el Servicio Penitenciario debe ejercer sobre cada interno.