Por Federico Pujol
Víctor Morel es remisero y
el miércoles 5 de noviembre tuvo la peor mañana de su vida. Fue obligado a
llevar a dos detenidos que se fugaban del penal de Olmos y a su cómplice hasta
Florencio Varela.
Víctor es un hombre de estatura media
baja y poco pelo recubre su cabeza. No quiere que su cara sea vista, tiene
miedo. La mañana del 5 de noviembre no la pasó bien: tuvo que manejar hasta
Florencio Varela desde Olmos para ayudar a escapar a Hugo Darío Olmos Echaniz y
a Pablo Llorente Ferreyra, ambos detenidos en el penal que queda solamente a 100 metros de su lugar de
trabajo.
El trayecto hasta Varela lo hizo en
50 minutos, minutos que fueron eternos para él. Sólo deseaba dejarlos, volver a
La Plata y sentirse seguro. Pero algo mágico pasó esa mañana, el destino quiso
que su vida continúe. "Te íbamos a
matar, pero como nos llevaste bien hasta acá, te dejamos ir", dijo uno de los
prófugos a llegar a destino. El alma le volvió al cuerpo, su respiración se
agitó y tuvo la sensación que el asiento del auto se hacía más grande.
Se fue sin cobrar
el viaje, con el torrente sanguíneo invadido por la adrenalina de volver a
vivir sin haber muerto.
Regresó a La
Plata a toda velocidad. Este hombre de talla pequeña y poco cabello voló sobre
la ruta hasta llegar a la remisería donde trabaja. Asustado, fue a hacer la
denuncia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario