viernes, 15 de noviembre de 2013

Destino: fuga

Por Federico Pujol es

Era un martes común y tranquilo en la remisería que se ubica a 50 metros del Penal de Olmos. Pero como todos los días de visita en la cárcel, hubo mucha demanda de autos.



Por seguridad, la remisería lleva un registro donde anota el documento y nombres de la persona que solicitó el auto.


El martes 5 de noviembre, una mujer ingresó al local de Remis Express ubicado en la zona céntrica de Olmos, entre dos casas particulares. El frente es de cerámicos marrones en forma de rombos con relieve. Cuenta con un pequeño banco para que los días calurosos los clientes esperen el auto. La mujer fue atendida por el telefonista que estaba por finalizar su turno. Este hombre morocho y de pelo corto, estaba sentado en un almohadón sobre una banqueta delante de un escritorio elevado que sostiene el teléfono y la radio que lo comunica con los choferes. Luego de solicitar y anotar el documento a la mujer, pidió un auto.

Las paredes tienen una porción revestida en madera pálida mal barnizada y gastada por el paso del tiempo. El resto es color anaranjado y tiene un efecto rugoso a la vista y al tacto, como un libro en braille, para el ciego del barrio que ocasionalmente se toma un remis.



Sobre la puerta de entrada blanca y metálica cuelga un televisor: la compañía es fundamental para el horario nocturno. En la pared de la izquierda hay un espejo viejo y gastado, se nota que tuvo épocas mejores, pero ya no se puede ver el reflejo. En la derecha un pequeño asiento color marrón, chilla cada vez que alguien se sienta en él.

Detrás del escritorio hay una pequeña puerta que lleva al baño y a la cocina: lugar de descanso y juego de los choferes mientras esperan un viaje. Sillas y banquetas de madera y plástico rodean una mesa que contiene mazos de cartas y un segundo televisor.


El remis está en la puerta, hora del viaje.

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