viernes, 22 de noviembre de 2013

Perla es una joya


Por Federico Artigau

Es madre de tres mujeres y un varón, abuela de siete nietos, hermana, hija, psicóloga y empleada pública, pero sobre todas las cosas, es una militante de la vida.



En los ´70 Perla Diez, como tantos otros de esa generación que intentaba cambiar el mundo, militaba políticamente en la Universidad de La Plata. Un día como cualquiera fue detenida y encarcelada en la ciudad de Mar del Plata. Ese día, la perla del Atlántico no fue tan feliz.


En el verano de 1975 fue trasladada a la cárcel de mujeres de Dolores, estaba embarazada, pero esto no impidió que la mandaran al pabellón de presas comunes.

-Por suerte todavía no estábamos en dictadura, así que la blanquearon de toque-, dice su hijo “el Sapito”.

Al poco tiempo la derivaron a la Unidad N° 8 de mujeres de Olmos, pero esta vez al pabellón de presos políticos. Hizo muchas amigas y compañeras con las que todavía mantiene relación. Allí nació su primer hija: Lucía.

El médico que trabajaba en el penal lo hacía también en el centro clandestino de detención “La Cacha” y se negó a atenderla. Finalmente, sus compañeras detenidas la asistieron en el parto. A los pocos meses, los abuelos de Lucía la sacaron de ahí y la criaron a su lado.

Jorge Mouras, el padre de sus dos primeras hijas: Clarisa y Lucía, era transportista, jugador del La Plata Rugby Club y hermano de los integrantes de la banda de rock Virus. Fue secuestrado en su domicilio de City Bell y todavía permanece desaparecido.

Su madre también fue una militante, tiene una hermana desaparecida y dos hermanos exiliados. La militancia y las ganas de cambiar el mundo corren por sus venas. Los ideales se transmiten generacionalmente como si fuera una herencia: hoy su hijo, también, es un militante político.

Perla estuvo presa hasta el ´82 y recorrió varias cárceles, una de ellas fue la de Devoto. En el tiempo que estuvo detenida ahí, con el resto de las presas políticas se organizaron en una especie de sindicato sin importar procedencias ideológicas partidarias.

En ese mismo año fue liberada, pero controlada de cerca por un tiempo. Al poco tiempo volvió a militar, pero esta vez en democracia. Militó gremialmente en ATE, en la CTA y en la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos. Ahí fue donde conoció a quien sería, más tarde, el padre de sus hijos más chicos: Eduardo “Sapo” Schaposnik, quien también fue un militante político. La historia de “Sapo” es bastante parecida: estuvo preso y la madre de su hija estaba desaparecida.

Ella, junto la “Sapo” y otros más se sumaron al “Taller de la Amistad”, un lugar donde se daba contención y acompañamiento a los hijos de compañeros de encierro y los de militancia desparecidos.

-La idea del taller era tender un puente entre la historia de los padres con la de los hijos-, cuenta el “Sapito” hijo de ambos.

Ya entrados los ´90, el taller dejó de existir. Pero fruto del mismo nació la agrupación H.I.J.O.S La Plata.



Desde el ´87 trabaja en la Secretaria de Niñez y Adolescencia de la provincia. Junto al “Sapo” tuvieron una casa de fiestas y guardería que se llamaba “Burbujas”.  Declaró en los Juicios por la Verdad y aun hoy lo sigue haciendo, mostrando su compromiso con la verdad, la memoria y la justicia. Cuando se la ve, Perla automáticamente te transmite alegría, ella siempre está de buen humor y contenta. Hizo de la militancia un modo de vida, una manera de ver el mundo y una forma de entenderlo. Perla es eso, Perla es una joya.     

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