viernes, 22 de noviembre de 2013

Liberando derechos


Por Federico Pujol

Mercedes Nieto trabaja en la Secretaria de Derechos Humanos de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de La Plata. Es una de las encargadas de garantizar que las personas privadas de su libertad puedan cursar una carrera de grado sin ser estigmatizados.



-¿Cuándo comenzaron los presos a estudiar en la Facultad de Periodismo?

-En el 2007 abrió la inscripción para los privados de la libertad y como cualquier estudiante, para anotarse, tienen que traer fotocopia del documento y título del secundario.


-¿Cómo es la modalidad de cursada?

-Hay dos modalidades: la primera les permite rendir materias libres los sábados. El ciclo común básico te permite 8 meterías de esta manera. La mayoría de los que están en las Unidades Penitenciarias de la Provincia, como San Nicolás, Dolores y Florencio Varela, se anotan y empiezan la carrera de esa manera. La otra opción es que se anoten a cursar acá como cualquier estudiante, pero es la más difícil: para que un estudiante detenido acceda a las cursadas tiene que tener un aval judicial que le permita salir con custodia para ser trasladado. De esta manera no viene nadie a cursar porque el sistema del Servicio Penitenciario es bastante deficiente.

-¿Y para los que están detenidos en La Plata?

-Cuentan con traslados y en el caso de la Unidad N° 9, los detenidos cursan la carrera de Periodismo en la cárcel.  Los docentes van una vez por semana y así cursan las materias. Esto empezó en 2009 y muchos de esos estudiantes ya están estudiando acá el ciclo superior del profesorado.

-¿Cuántos estudiantes que están privados de la libertad tiene hoy la facultad?

-Ahora tenemos tres estudiantes que vienen trasladados por el Servicio Penitenciario, es un record: nunca tuvimos tantos. Otros tres tienen un régimen de pre-libertad y ya vienen por sus propios medios.

-¿Cómo organizan los horarios para que puedan ser trasladados?
-Ellos vienen 2 o 3 veces por semana, se organizan para que los puedan trasladar. Casi todos cursan a la tarde para contar con móviles que puedan traerlos y los que cursan en la Unidad N° 9 cursan 3 veces por semana.  El cronograma de cursada lo armamos entre nosotros y la gente de escuela del Servicio Penitenciario. También nos pusimos de acuerdo con la Facultad de Derecho, porque muchos cursan las dos carreras, de esta manera intentamos que no se superpongan los horarios.

-Los penitenciarios que van con ellos ¿entran a las aulas?

-No.

-¿Quién y cómo se toman las medidas correspondientes de seguridad?

-Cuando el juez autoriza la salida dice que las medidas de seguridad corren por cuenta del Servicio Penitenciario. Ellos tienen un reglamento que dice que tienen que venir con 3 custodias, pero tienen que estar a una determinada distancia. Lo que se logró después de muchas charlas entre las instituciones es que los penitenciarios vengan de civil y se queden en la puerta. Por lo general los que vienen son gente de escuela y ya están acostumbrados al sistema. Una característica importante es que acá cursan estudiantes de máxima seguridad, cosa que no pasa en ningún otro lado, personas que tienen condenas de 20 años. Es raro que se autorice a personas con regímenes de detención tan largos a cursar, porque un tipo que tiene 5 años de condena ¿para qué se va a fugar? Pero, ¿uno que tiene 20 años? Por acá te podes escapar para donde quieras.

-¿Hubo algún intento de fuga?

-No. Una sola vez hubo un problema en clase y fue porque el penitenciario quiso entrar. Lo tuvimos que sacar, pero nunca pasó nada grave. Los estudiantes tienen sus propios códigos y sus propias reglas, saben que si uno se escapa perjudica al resto y son muy conscientes de eso. Para ellos el espacio de la escuela es sagrado, nunca le van a faltar el respeto a los docentes, porque siempre los atienden.

-¿En qué consiste el programa “Educación Superior en cárceles”?

-Este programa se propuso a través de Consejo Superior y la idea es intentar generar diferentes tipos de proyectos. Presentar un ordenamiento de como tendrían que venir los penitenciarios: de civil y sin armas. Correr al estudiante de cualquier tipo de estigmatización. Pero es todo parte de una negociación, porque en la Facultad de Derecho, por ejemplo, se presentó un ordenamiento parecido y se les vaciaron las aulas porque el Servicio Penitenciario dijo que no se iba a arriesgar a que un estudiante se les escape. Entonces durante el año fueron 2 o 3.

-¿Hay algún alumno que haya comenzado su carrera detenido y que hoy esté en libertad?

-Sí, hay un alumno que está en libertad y participa de esta Secretaría y tiene un programa de radio. Desde la facultad tratamos de generarles algún tipo de vínculo para que, cuando salgan en libertad, la vida nos les pase por arriba.

-¿Desde la facultad se piensa en algún proyecto para poder aumentar la cantidad de alumnos privados de su libertad que no pueden ejercer el derecho a estudiar?

-Se está pensando en la extensión universitaria. Ahí la facultad va a poder tener 50 personas cursando con el acompañamiento docente y avanzando en la carrera. Ahora que se anotan entre 20 y 25 de los cuales sólo 2 o 3 pueden venir. De esta manera buscamos poder garantizarles la participación en la vida académica.

-¿Desde la facultad se impulsa algún proyecto para que puedan tener una reinserción laboral exitosa?

-La facultad no usa mucho a ese concepto porque es el concepto del Servicio Penitenciario, educación y trabajo para la reinserción social; nosotros nos corremos de ese lugar y lo entendemos más como una garantía de derechos. Vamos a las cárceles para garantizarles a las personas el derecho a la educación y  entendemos desde otro lugar la reinserción laboral y ahí queda un bache.

-¿Pero ese bache la facultad intenta llenarlo con algo?

-Sí, ahora estamos empezando un proyecto con el tema de la salida laboral incluyéndolos en determinados proyectos de extensión. Sobre todo para que los estudiantes que cursan el profesorado y cuenten con el porcentaje puedan dar clases en las cárceles, porque pensando en la sociedad de hoy, no vemos muy viable que un detenido vaya a dar clases a un secundario: la parte más reaccionaria de la sociedad va a saltar. En cambio en las escuelas de las unidades puede funcionar. La intención es que con las materias que pueden dar ya empiecen a trabajar a partir del año que viene. Empezamos las negociaciones con el Servicio Penitenciario y el Ministerio de Justicia para poder ganar este espacio.



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