viernes, 11 de octubre de 2013

La vida intramuros

Por Gisele Ferreyra

Las leyes indican que las celdas de los penales deben ser unicelulares, pero esto no siempre se cumple. Las cárceles provinciales están superpobladas y los detenidos viven hasta de a tres en algunos pabellones. El personal penitenciario sólo cubre el 1% de los detenidos en cada penal.

Dentro de los grandes muros de piedra existe una realidad que no todos pueden ver. Una realidad paralela, pero oculta. Una panadería, una verdulería, una carnicería, una escuela, sanidad, cancha de deportes y talleres de trabajo. Pero hay una diferencia en este “barrio privado”: las casas son pabellones, con celdas abarrotadas y candados que se cierran y abren según disposición del personal de vigilancia.

Cada celda tiene contacto con el exterior a través de una pequeña ventana con barrotes de hierro. Pero esta seguridad suele ser corrompida por quienes, con fierros y sierras obtenidas en los talleres, logran quebrar los barrotes, y escapar, pero llegan sólo al patio. Las camas cuchetas predominan, y las paredes color gris cemento son el lienzo preferido para dibujar o escribir alguna que otra frase. La puerta tiene una pequeña ranura que funciona de pasa platos y por donde, a veces, los habitantes se comunican con el personal, no siempre del mejor modo.


Ahora bien, no todos los pabellones están compuestos por celdas unicelulares como está establecido legalmente. La creciente población hace que las edificaciones no sean lo suficientemente grandes para contenerla. Los pabellones son rectangulares y miden 35 por siete u ocho metros de ancho. A ambos lados tienen entre 10 y 11 celdas.

Cada pabellón está diferenciado por origen y características de cada interno. Existen los pabellones de “población común”, los pabellones “chacalotes” y los pabellones “Iglesia”.

En los de población común viven los “chorros”.

-Vos no podés regalar y mandar un violín ahí. Cuenta un oficial.

También viven aquellos internos que trabajan y estudian. Aquellos que ganan día a día en conducta.

Los pabellones denominados “chacalotes” están habitados por presos que, según los oficiales “viven chacaleando, peleando como un chacal”.

-Estos no salen a trabajar, pero los tenés que dejar a los chabones ir a manguear a la panadería. No salen a ningún lado, los chabones tampoco quieren, quieren traer visitas, entrar la droga y fue. Mucha cumbia, mucho quilombo. Les gusta. El chabón es vago, tiene resentimiento con trabajar, afirmó el oficial.

Los pabellones “Iglesia”  están “tomados” por los evangelistas, quienes representan la mitad de la población total. Se autocontrolan y la conducta de los presos es ejemplar. Estos internos pasan sus días trabajando, estudiando y realizando cultos y reuniones religiosos en dónde participa gente externa al penal.

-Si viene el cabecilla y por ahí está descontento o algo, se te van a parar de manos, pero si no les rompen las pelotas, su conducta es intachable.

Ahora bien, en cada pabellón hay un “limpieza”. Esto es, un preso con antigüedad y que fue elegido por el Jefe del Penal para controlar su propio pabellón. Este elegido recibirá beneficios por esta tarea.

-Los chabones negocian en una audiencia personal con el Jefe de Penal en la oficina. Así atiende a los “limpieza”. –dice el Oficial- Los chabones le cuentan todo, y se les dan tarjetas de teléfono, visitas 3 veces a la semana con una mina diferente. Es un chabón que tiene un par de añitos en cana, que va a tener que vivir de algo, entonces va al pabellón y aplica mafia. Porque el chabón se la banca, aparte tiene un par que lo siguen. Su “rancho”.

Pero en las Unidades penitenciarias existe un pabellón de separación del área de convivencia, en donde deben cumplirse obligadamente las leyes. Estos pabellones están destinados a los internos conflictivos para el resto de la población carcelaria, o que están sancionados por algún motivo por el Director del Penal. 

También en estas celdas unicelulares encontramos a aquellos que tienen una medida impuesta por la familia a través del Juzgado. Sólo en estos casos los presos viven solos.

Fuera de los pabellones al transitar las cuadras intramuros se encuentran los talleres y el colegio. A éstos asisten sólo los internos que pretenden ganar conducta para que los informes del penal sean positivos y tengan la posibilidad de ver reducida su condena.  Trabajan, aprenden oficios, van a la escuela interna y hay hasta quienes estudian en las facultades.  La escuela tiene todas las características de una escuela extramuros.


Existe una cocina que se abastece con la verdulería, la panadería y la carnicería del penal. Hay dos horarios fijos para comer: el almuerzo a las 11hs de la mañana y la cena a las 16 hs. Esto genera que los presos busquen alimento por sus propios medios. Esto es, a través de visitas, o directamente “manguean” o “chorean” en los negocios intramuros que no están destinados a la venta.

Cerca de la entrada principal se encuentran los locutorios de visita. En este espacio están dispuestas una serie de mesas y sillas para que el interno reciba su respectiva visita.  Suele verse “carpas” que los presos arman con mantas para tener encuentros sexuales.

Descripción de una Unidad Penitenciaria de La Plata realizada por un Oficial.


Sobre los altos muros se ven las garitas de la guardia de seguridad exterior. Los empleados son los mismos que están adentro, que salieron porque tuvieron algún problema en el penal. Son los llamados “cachivaches”, los que faltan. Estos vigilantes cumplen horas en esta garita que está en la terraza del penal. Cumplen 24 horas corridas y no bajan ni al baño.

-Cagan en una bolsa y están todo el día con internet. Pero ahí tenés una ametralladora, una escopeta, una pistola. Pero los chabones no son muy conscientes con las armas.


La cantidad de personal penitenciario representa sólo 1% del total de internos. La fuerza física y la voluntad que un humano puede depositar en su labor no son suficientes. Las cárceles son de gran extensión edilicia. Todo esto genera, no sólo poco control, sino una imposibilidad de llevar adelante el tratamiento que el Servicio Penitenciario debe ejercer sobre cada interno. 

1 comentario:

  1. Exelente, muy bien relatado, mis felicitaciones a la escritora, siga así !

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